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Este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha elegido el lema “Derecho a los Alimentos, para una vida y un futuro mejor” para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre). Este lema subraya la importancia de garantizar que todas las personas tengan acceso a una alimentación adecuada y nutritiva, un pilar clave para combatir problemas de salud globales como la obesidad y las enfermedades metabólicas.
En 2022, se registraron más de 2500 millones de adultos con sobrepeso, de los cuales más de 890 millones eran obesos. Esto representa el 43% de los adultos mayores de 18 años (43% de hombres y 44% de mujeres), un aumento considerable respecto al 25% en 1990. La situación entre niños y adolescentes también es alarmante: más de 390 millones de jóvenes de entre 5 y 19 años tenían sobrepeso en 2022, con una prevalencia que ha pasado del 8% en 1990 al 20% en 2022. Este incremento afecta tanto a niños como a niñas, con un 19% de niñas y un 21% de niños en sobrepeso.
El sobrepeso y la obesidad se deben a un desequilibrio entre la ingesta calórica (alimentación) y el gasto calórico (actividad física). En muchos casos, la obesidad es multifactorial, influenciada por un entorno obesogénico, factores psicosociales y genéticos. En algunos pacientes, se pueden identificar causas específicas, como medicamentos, enfermedades, inactividad física o trastornos genéticos.
El entorno obesogénico agrava esta situación al limitar el acceso a alimentos saludables y sostenibles a precios asequibles, la falta de espacios para realizar actividad física segura, y la ausencia de políticas adecuadas para promover la salud. Además, la falta de una detección temprana por parte de los sistemas de salud empeora el problema.
La obesidad en niños y adolescentes no solo afecta su salud actual, sino que también está asociada a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (ENT), como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, de manera precoz.
Un estudio reciente, liderado por Josep Manuel Siurana, Jefe de Servicio del Departamento de Cardiología del Hospital HM Nens de Barcelona y en el que han participado Anna Sabaté-Rotés, Núria Amigó, Neus Martínez-Micaelo, Larry Arciniegas, Lucia Riaza, Eduard Mogas, Ferran Rosés-Noguer, Paula S Ventura y Diego Yeste , examina cómo los perfiles avanzados de lipoproteínas (obtenidos mediante espectroscopía de resonancia magnética nuclear, RMN) se relacionan con distintos grados de afectación cardíaca en adolescentes con obesidad mórbida. El estudio evalúa la relación entre el análisis avanzado de lipoproteínas (ALT), los cambios cardíacos, el síndrome metabólico (SM) y los marcadores inflamatorios en adolescentes con un perfil lipídico convencional (CLP) normal y sin diabetes tipo 2.
El estudio incluyó a 42 adolescentes con obesidad mórbida y 25 con peso normal. Se evaluó la función y morfología del ventrículo izquierdo (VI) usando el ALT, que permite medir las lipoproteínas mediante RMN. Los resultados mostraron que los adolescentes con obesidad presentaban perfiles lipoproteicos más aterogénicos, lo que aumentaba su riesgo de sufrir alteraciones cardíacas.
Este estudio subraya la importancia de utilizar análisis avanzados, como el análisis avanzado de Lipoproteínas (Test Liposcale) de Biosfer Teslab, para identificar de manera temprana a los adolescentes con obesidad que están en riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, incluso cuando los resultados de los análisis convencionales parecen normales.
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