La obesidad afecta de forma distinta a hombres y mujeres: nuevas claves sobre el perfil lipoproteico

Un estudio publicado recientemente en la revista Lipids in Health and Disease (Santisteban et al., 2025) ofrece una nueva visión sobre cómo el sexo y el índice de masa corporal influyen en el metabolismo de las lipoproteínas, incluso en personas consideradas metabólicamente sanas.
El trabajo, publicado por Victoria Santisteban (1,2), Anallely López-Yerena (1,3,4), Natàlia Muñoz-Garcia (1), Gemma Vilahur (1,5), Lina Badimon (1,5,6) y Teresa Padro (1,5) caracterizó con precisión las partículas lipoproteicas —VLDL, LDL y HDL—, analizando su tamaño, número y composición, e identificando patrones asociados al riesgo cardiovascular temprano mediante el uso de la espectroscopía de resonancia magnética nuclear (¹H-NMR) y el test Liposcale®.

Analizando el metabolismo lipídico en personas sin factores de riesgo

El estudio se diseñó para evaluar cómo el sexo y la obesidad modulan el perfil lipoproteico en ausencia de factores clásicos de riesgo cardiovascular. Para ello, se seleccionaron 101 adultos entre 25 y 60 años, todos con sobrepeso u obesidad, pero considerados metabólicamente sanos según los criterios del panel ATP-III: presión arterial, glucosa y perfil lipídico dentro de los rangos normales y sin tratamiento farmacológico.

El equipo del Institut de Recerca Sant Pau analizó las muestras de suero mediante el test Liposcale®, basado en espectroscopía de resonancia magnética nuclear (¹H-NMR). Este enfoque permitió estudiar con detalle la distribución y el contenido lipídico de las partículas VLDL, LDL y HDL, identificando alteraciones tempranas asociadas al índice de masa corporal y al sexo.

Diferencias marcadas entre hombres y mujeres

Los resultados fueron claros: los hombres presentaron un perfil lipoproteico más aterogénico que las mujeres, a pesar de tener un IMC similar.

En concreto, mostraron:

  • Mayor concentración de partículas VLDL, especialmente las de tamaño pequeño, con niveles elevados de triglicéridos y colesterol asociados.
  • Más partículas LDL pequeñas y densas, consideradas las más aterogénicas.
  • Menores niveles de HDL-c y de partículas HDL, sobre todo en las fracciones de tamaño medio, vinculadas a funciones cardioprotectoras como el transporte reverso de colesterol.

Por el contrario, las mujeres presentaron un perfil más favorable, con mayor número de partículas HDL y un tamaño medio de LDL algo superior. Estas diferencias podrían explicarse por factores hormonales —como los efectos protectores de los estrógenos sobre el metabolismo lipídico— y por una mayor sensibilidad a la insulina y capacidad de eliminación hepática de lipoproteínas en las mujeres premenopáusicas.

Estos hallazgos refuerzan la necesidad de considerar el sexo biológico como variable esencial en la evaluación del riesgo cardiovascular, ya que las alteraciones lipídicas pueden expresarse de forma distinta en hombres y mujeres, incluso antes de la aparición de enfermedad clínica.

Figura 2. Número de partículas de lipoproteínas según el índice de masa corporal. Gráfico de violín que representa las diferencias de las subclases de lipoproteínas entre sujetos con sobrepeso y obesidad. Valor P: prueba de Wilcoxon-Mann-Whitney. El texto en negrita indica significación estadística P. Lipoproteína de muy baja densidad; LDL: lipoproteína de baja densidad; HDL: lipoproteína de alta densidad; p: partículas. Específicamente, los rangos aproximados de tamaño de partículas definidos para cada subclase son los siguientes: VLDL (Pequeña: 38,6–45,0 nm, Mediana: 45,0–60,0 nm, Grande: 60,0–81,9 nm); LDL (Pequeña: 18,9–20,5 nm, Mediana: 20,5–23,0 nm, Grande: 23,0–26,5 nm); HDL (Pequeña: 7,8–8,2 nm, Mediana: 8,2–9,4 nm, Grande: 9,4–11,5 nm).

Implicaciones clínicas y preventivas

Aunque todos los participantes presentaban un riesgo cardiovascular bajo según el índice REGICOR (mediana del 2 %), aquellos con valores más altos mostraron consistentemente niveles superiores de VLDL-c, VLDL-tg, número de partículas VLDL y colesterol remanente, independientemente del sexo o del grado de obesidad.

Estos resultados evidencian que las alteraciones tempranas en la composición y distribución de las lipoproteínas pueden preceder a la aparición del riesgo clínico, y que su detección requiere herramientas de análisis avanzadas como el test Liposcale®.

Esta caracterización profunda del metabolismo lipídico permite identificar individuos con riesgo residual —personas que, pese a tener un perfil lipídico convencional normal, presentan un patrón lipoproteico aterogénico— y diseñar estrategias preventivas más personalizadas, ajustadas al sexo, la edad y el estado metabólico.

 

En conjunto, el estudio demuestra que medir lo que tradicionalmente no se observa —las partículas lipoproteicas— es esencial para avanzar hacia una prevención cardiovascular más temprana, precisa y personalizada.

 

Lee el artículo completo aquí.

Afiliaciones de los autores

  1. Institut de Recerca de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (IR-HSCSP), Barcelona, España
  2. Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, Universitat de Barcelona (UB), Barcelona, España
  3. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN), Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Madrid, España
  4. Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), Hospital Clínic – Universitat de Barcelona, Barcelona, España
  5. Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBER-CV), Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Madrid, España
  6. Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya (UVic-UCC) y Cardiovascular Research Foundation for Health Prevention and Innovation (FICSI), Barcelona, España